El 15 de enero a las 18:30 recibí el siguiente correo: «Hola Ana, ¿qué tal? Estamos a punto de arrancar una nueva edición de nuestro programa Samsung Go. Se trata de un plan de entrenamiento en el que junto a Mapoma y Samsung podrás prepararte para la Rock ‘n’ roll Madrid del próximo 28 de abril«.
Mi primera reacción fue clarísima: ni de broma. En tres meses es imposible conseguir que yo, que no hago deporte desde hace 15 años, lo consiga. Y si me convencen van a perder el tiempo porque no me veo entrenando todo lo que quieren que lo haga (4 días/semana).
Pero empecé a darle vueltas a la cabeza. Era una cosa que no se me iba de la mente. A los pocos días era la presentación de los Samsung Galaxy S24 (en la que se dio a conocer el Galaxy Ring) y, tras hacer un par de preguntas a María, de la agencia Archetype, estaba casi convencida.
«Contad conmigo este año», les respondí al día siguiente tras borrar 7 veces antes el e-mail. Ya no había vuelta atrás.
A partir de aquí comenzó el experimento.
Un Samsung Galaxy S24 Ultra, un Galaxy Watch 6 y unos Galaxy Buds Pro: casi todo lo que necesité
Para empezar, Samsung me proporcionó un trío de dispositivos clave para conseguir mi objetivo: recorrer 10K en la Rock ‘n’ roll Madrid del 28 de abril.
El primero —y el más importante— es el Galaxy Watch 6, un smartwatch con el que podía ver a la perfección mi pulso, el ritmo de la carrera, así como la evolución a lo largo de los meses. Pero, ¿qué indicaciones daban estos valores en pantalla y en el reloj?
En el panel se puede ver el ritmo al que vas, la distancia recorrida, la frecuencia cardíaca (ppm), así como las calorías quemadas. También es posible configurar tus objetivos (que pueden ir por intervalos, por distancia recorrida —en kilómetros—o por tiempo).
Cuando lo sincronizaba con el móvil, me daba una serie de datos extra a través de la app Samsung Health: un mapa del circuito, una evolución en gráfico (ritmo/altura/cadencia/frecuencia cardíaca) y unas Métricas de correr avanzadas (rojo/verde/azul) que me han traído por la calle de la amargura estos tres meses. Estas son:
- Asimetría: es la diferencia que hay en la cantidad de tiempo que cada pie está en el suelo.
- Tiempo de contacto: es la cantidad de tiempo que pasas en el suelo en cada paso que das al correr.
- Tiempo de vuelo: la cantidad de tiempo que hay cuando ninguno de los pies está en contacto con el suelo.
- Regularidad: consistencia en los movimientos del cuerpo.
- Vertical: el movimiento arriba y abajo en el centro de gravedad de la persona.
- Rigidez: la rigidez verticalidad del cuerpo cuando corre.
- VO2 Máximo: que permite conocer la capacidad aeróbica ante cualquier actividad física (cuando mayor sea este número, mejor).
Poco a poco empecé a entender estos valores: pasé de tener todos rojos a dar unos resultados positivos al 50% en unos meses (cuando había algún azul saltaba de alegría).
Por último, pero no menos importante, los Galaxy Buds 2 Pro, unos auriculares que han hecho este recorrido mucho más sencillo gracias a que la mente a veces me jugaba malas pasadas.
Me sentía como Hércules y Filoctetes: Mi última esperanza
Si alguno recuerda la canción One Last Hope (en la versión que lanzaron en España la titularon Mi última esperanza) de la película de Disney Hércules, se acordará que el protagonista del largometraje, hijo de Zeus, un semidios que entrenaba con Filoctetes, era un desastre al principio.
Toda la canción trata de cómo su entrenador, poco a poco, le intenta llevar por el camino del éxito hasta que se convierte en héroe. Pues bien, creo que Blas Chamorro, entrenador de MAPOMA (club de corredores de Madrid) y a quien recomiendo encarecidamente si vas a empezar a adentrarte en el mundo del running, no se esperaba mi tozudez a pesar de mi desastre.
Yo llevaba —hasta entonces— casi 15 años sin hacer ningún tipo de deporte, más allá de algún trekking en la montaña cuando el tiempo lo permitía, por lo que la situación no era fácil.
Para empezar, cuando llegué me había apuntado a correr 5K (la mitad), pero pronto me quitó esa idea de la cabeza: «En esta carrera no hay esa distancia, lo mínimo son 10K», me dijo.
Asimismo, al mes de empezar era el MWC (la feria más importante de tecnología de España) y yo era consciente de que no iba a hacer el entrenamiento esos días, situación que le comenté: «Prefiero serte sincera y decirte los días que no voy a poder correr que decirte que sí y luego no hacerlo».
Me puso un plan de 3 meses (5 días/semanales de entrenamiento a pesar de mi insistencia de que fueran 4) que me iba subiendo mensualmente a una carpeta compartida. Además, entrenábamos todos los jueves en MAPOMA junto con un grupo de otras 15 personas.
Yo estaba en ligera desventaja frente al resto del equipo porque los demás sí que hacían algún tipo de entrenamiento semanal de fuerza, mientras que otros jugaban al fútbol, al tenis, al pádel y un largo etcétera que me da ansiedad solo de enumerarlo.
Además ocurría una situación adicional: en cuestiones de deporte no soy nada competitiva.
Los odiosos CaCos: la constancia es clave el primer mes
Mi primer entrenamiento no fue tan terrible como esperaba.
El 5 de febrero Blas me añadió un plan de 25 minutos que llamaba popularmente Los CaCos: «Un minuto CAminar, un minuto COrrer». Las métricas de las que os he hablado al principio estaban bien al 50% —por lo menos eso ponía en mi app Samsung Health del Galaxy S24 Ultra— lo que me dio fuerzas para los días posteriores. El siguiente miércoles tampoco fue fatal (hice lo mismo con un plan de 3 correr x 1 andar con una repetición de 5 veces). Lo mismo ocurrió el sábado y domingo (os pongo el plan a continuación por si os interesa) a continuación:
Pero, ay, el lunes 12. Ese día quería parar a cada paso que daba. Tenía unos CaCos de 3x (8′ Co + 1Ca). He de decir que el recorrido que hice se encontraba en una pendiente continua (craso error por mi parte), por lo que fui incapaz de acabar el entrenamiento. Cada vez que miraba el reloj y veía lo que me estaba pasando, veía cómo el tiempo medio aumentaba al mismo ritmo que mis pulsaciones.
¿A qué se debía? Fuera lo que fuese acabé destrozada y sin muchas ganas de volver a intentarlo. Llevaba una semana.
Yo iba marcando en mi plan en color verde los días que entrenaba, dejaba en blanco los que no y si cambiaba algún entrenamiento le dejaba una nota a Blas —¿metódica yo? No, organizada—.
Los primeros días me hicieron ver que mi hora perfecta para entrenar (os recuerdo que era febrero) era justo antes de comer. Usaba la hora del almuerzo para calentar, correr, ducharme, comer algo y después seguir trabajando.
Sin embargo, eso duró la mitad del entrenamiento (justo antes de llegar a la media hora de entreno): era imposible hacer todo eso en 60 minutos. Los viajes de prensa, los personales y otros asuntos se empezaron a entremezclar en esa hora de la comida y pronto tuve que cambiar mi metodología: o corría antes de desayunar o después de finalizar mi jornada laboral.
En este punto, empecé a correr en todo tipo de escenarios: allá donde iba me llevaba mi Galaxy Watch 6, unas deportivas, unas mallas, una camiseta y mi cortavientos. Constancia, constancia, constancia.
Caerse y levantarse: de no correr en 2 semanas a mis primeros 5K
Entre finales de febrero y mediados de marzo ocurrió el desastre: estuve 2 semanas sin correr. No solo no entrené a finales de febrero por el famoso MWC que te he contado antes, tampoco lo hice las dos semanas posteriores por algún tipo de enfermedad que aún no he descubierto.
La frustración era palpable: había pasado de correr 20 minutos seguidos a no poder llegar ni a los 5 minutos de carrera continua. Tras hablar con Blas su respuesta fue ambigua: «Depende de cada uno, es muy personal. Haz lo que puedas, pero no te enfríes porque el músculo se resiente. Puedes probar con caminatas rápidas y cuando te veas preparada vuelve a intentarlo».
Sinceramente, tenía ganas de llorar. ¿Cómo había podido echar el entrenamiento de un mes a la basura?
Seguí su consejo y, al poco, pude volver a ponerme al día. Primero 6 minutos, luego 13, 18, 23… hasta que volví al plan de entrenamiento habitual.
«Lo mío no son los CaCos», me dije. Me dejaban agotada y no veía ningún cambio en mi cuerpo a nivel de resistencia, así que, hablando con una compañera, me di cuenta de que podía intentar carrera continua. Cada día sumaba un minuto más a mi entrenamiento y, poco a poco, volví a ver la luz.
El 22 de marzo conseguí mis primeros 5K. Estaba eufórica. Tenía un tiempo pésimo (40 minutos, con un ritmo medio de 7’28″/km, había quemado 381 kcal, con una frecuencia media de 150 ppm y una cadencia de 157 ppp, según mi Watch 6).
Pero ese tiempo era un poco «trampa». Había algo mental que no me dejaba superar los 18 minutos de carrera continua en cuando me sabía un recorrido: en cuanto pasaba tres veces por la misma zona me derrumbaba y tenía que parar. Para poder ajustar bien los tiempos lo paraba en el reloj, por lo que empecé a llevar dos smartwatch: uno para contabilizarlo bien que iba parando cuando me ponía a andar y otro que llevaba de continuo para saber cuánto tiempo real me llevaba cada entrenamiento.
A punto de tirar la toalla de nuevo: me salvaron unos auriculares y el consejo de una compañera que escuchaba true-crime
Soy una persona que se concentra fácilmente. De verdad, cuando pongo el foco en algo es como si estuviera en una burbuja: no oigo, no veo y solo soy una especie de ente haciendo una tarea concreta.
Así que me di cuenta de que «eso» que me hacía parar a los 18 minutos tenía una explicación: me aburría. Estar tanto tiempo sin hacer nada más allá que mirar al frente controlando la respiración no tenía ningún sentido para mí, así que por mucha música que me ponía no era capaz de entretenerme.
Las semanas pasaron y el esfuerzo cada vez era mayor… no tenía nada claro que fuera a conseguirlo hasta que una compañera de Samsung Go, Silvia, de El Androide Libre, me comentó en un evento en el que nos explicaron la importancia del sueño y de la alimentación lo que hacía ella: escuchar podcast de true-crime.
-¿De muertos?
-Sí, son de lo más entretenido. A mí me ayuda a evadirme.
-Probaré, pero no sé yo si escuchar barbaridades me va a resultar agradable.
Qué GRAN consejo. Cada día que pasaba el esfuerzo con los podcast de true-crime se me hacía más llevadero. Me concentraba tanto en las historias de asesinos que el tiempo se me pasaba volando, ¡quién me lo iba a decir!
Así fue escalando posiciones hasta que poco a poco llegué a los 8K. Cada vez estaba un poco más cerca de mi objetivo.
Llegó el día de la carrera: a por los 10K
El 28 de abril amaneció con una temperatura de 5 grados, así que, tras desayunar, decidí pedir un Cabify para llegar a la salida. Allí me encontré con el equipo de Samsung Go y el resto de mis compañeros, donde nos hicimos una última foto antes de la carrera.
Estábamos eufóricos (y nerviosos).
Todos los consejos que me habían ido dando habían ido dando sus frutos y tenía que conseguirlo. Sonaba rock a un volumen estridente, lo que nos daba muchos ánimos.
Nos pusimos en marcha. Pronto me separé del equipo (sobra decir que mi objetivo era terminar la carrera, no hacer el mejor tiempo). Fui controlando las pulsaciones con el Galaxy Watch 6, así como el tiempo al que estaba corriendo. Si veía que iba demasiado rápido disminuía mi velocidad, y si iba despacio la aumentaba. Estaba pendiente siempre de ser constante y aguantar fuerzas.
Poco a poco iba avanzando kilómetros y era como si volara. Creo que tenía tanta adrenalina encima que no era capaz ni de estar cansada. Cuando llegué a la mitad sabía que lo iba a conseguir… no sin ello sufrir las cuestas de Gran Vía.
Ver todo Madrid despejado es un verdadero lujo… y cuando me quise dar cuenta ya estaba en la meta. ¡Lo había conseguido! Creo que estaba tan nerviosa que me quedé sin aire. Cuando vi el tiempo en mi reloj no podía creérmelo: mi mejor marca, 07:07, por lo que lo hice en 1:10, según el Galaxy Watch 6 (la meta según la organización la crucé a la 1:13:27 de empezar). Para muchos será un tiempo terrible, pero para mí es todo un logro.
Así pasé de 0 a 10K. ¿Lo mejor? El equipo de Samsung Go, los entrenadores, la evolución y las satisfacción personal. Si alguien me hubiera dicho que iba a correr 10.000 metros hace tres meses le hubiera tomado por loco.
Ah, y decirte también que me ha picado el gusanillo del running. Si te apuntas a alguna carrera por Madrid, seguro que me verás por allí.