¿Debe el ser humano debe aprender a convivir con el coronavirus? En varios lugares del mundo se reactivó la cotidianidad con ciertos protocolos.
La pandemia que generó el coronavirus mantiene su marcha indetenible. Mientras los científicos trabajan de manera incansable en la búsqueda de una vacuna, la vida normal comienza a reactivarse en algunos países. Muchos de ellos vuelven a la cotidianidad con ciertos protocolos para cumplir y evitar una nueva ola de contagios. En consecuencia, el mundo ha sido testigo de algunos casos particulares en España e Italia. La vuelta a los bares y sitios de recreación respetando el distanciamiento social y el uso de mascarillas.
¿Es entonces esta una nueva normalidad? ¿Será que los científicos están muy lejos de encontrar una cura? Todo pareciera indicar que los países tienen que acostumbrarse a convivir con el virus. Muestra de ello es una situación particular y curiosa que se vive en Japón. Según reseñó The Wall Street Journal en territorio nipón comenzó la reapertura de los parques temáticos.
En uno de ellos hay un pedido especial para quienes van a subir a atracciones como por ejemplo: la montaña rusa. «Por favor, griten dentro de sus corazones», reza uno de los carteles en un parque. Con esa curiosa frase incitan a quienes disfrutan de las atracciones a no gritar para evitar la expulsión de aire. Algo disminuiría la propagación del virus entre los usuarios.
Así se disfruta de la montaña rusa en coronavirus
Imagina la cantidad de adrenalina que genera este tipo de atracciones y que no puedes expulsar a través de un grito. Es mejor que contagiarse de coronavirus pero tampoco es lo ideal para el disfrute de los parques. En un video publicado en una nota del portal Kotaku, se muestra un ejemplo de como deben disfrutar de la montaña rusa.
Según lo que se aprecia se trata de Dos empleados montados en un asiento doble de una montaña rusa. Los asiáticos no dan una sola muestra de expresión en lo que dura la atracción. Quizás están llenos de emoción, pero por dentro. Mientras que por fuera no se escapa nada: un grito, una expresión de susto, una sonrisa … Nada.
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